Hoy fui testigo de la partida de un ícono del deporte tuerca por excelencia: Michael Schumacher.. o Schumi para los amigos...
Confieso que mi admiración por este individuo comenzó hace pocos años nada más, siendo que desde el siglo pasado que comenzó a ser la gran figura de Ferrari, mi gran referencia del automovilismo.
Siempre he sido un tiffosi, alegrándome por las victorias del equipo más que por la del nombre del piloto, pero esta vez debo destacar que he visto cómo un luchador como el alemán ha sido capaz de imprimirle todo lo necesario para arrastrar a la 'Scudería' a casi una década de éxitos.
La carrera de ayer en Brasil fue ganada por el compañero de Schumi, el paulista Felipe Massa, y quien se coronó campeón fue el español Fernando Alonso; pero quien va a quedar inmortalizado será indiscutiblemente el germano. Partió décimo. Cuando iba quinto pinchó un neumático. Quedó último a casi una vuelta del puntero. Una vez que cambió la rueda comenzó a trepar hasta quedar en un muy sudado cuarto lugar, a escasos segundos del tercero. Hizo la vuelta más rápida y se despidió así como lo conocí, jugándose el pellejo hasta el final, corriendo al límite sabiendo que todos sus esfuerzos no le servirían para quedarse con el primer lugar. Incluso ganó más carreras este año que quien salió campeón: el español. Éste piloto ni transpiró, corrió lo justo y necesario para sumar los puntos y listo... tarea hecha. No merece más comentarios, pero esperaré que logre siquiera acercarse a la gran trayectoria de quien deja la Fórmula 1 como corredor, pero que sin duda será el referente del cual todos los comentaristas se agarrarán para evaluar a los futuros campeones.
Gracias Schumi y gracias Ferrari.
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