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Y recién me viene a caer la teja (qué antiguo ese dicho)

"Hay profesiones más dañinas que el diseño industrial, pero sólo unas pocas. Y posiblemente sólo otra profesión es más falsa: el diseño publicitario que persuade a la gente de comprar cosas que no necesitan, con dinero que no tienen, con el fin de impresionar a otros a quienes no les interesa, es probablemente el campo más falso en existencia hoy día. El diseño industrial, al fabricar las llamativas idioteces pregonadas por los publicistas, entra con un cercano segundo puesto" (leer artículo completo)

Meesengereando anoche con mi buen amigo Rubén Vásquez, diseñador mexicano que tuve la grata oportunidad de conocer mientras realizaba una ayudantía en la FAU, me comentó acerca del diseñador Victor Papanek, el autor del párrafo inicial.

Sus palabras resultan bastante fuertes, sobre todo para mí, que tuve mis primeros pasos profesionales en un ambiente bastante ambiguo como carente de sustancia, es decir, mi Universidad.
Luego, al llegar a la industria, no percibí mayores cambios en cuanto a la sustancia, ya que todo se rige en base a las consideraciones del mercado. En la U al menos ese tema era casi tabú, pero tampoco existían indicios sobre cuál es la orientación del diseñador en formación, ni siquiera una pista clara respecto a nuestro compromiso con la sociedad y el medio ambiente.

Luego hice un diplomado relativo a la formación de empresas de diseño, el cual es dominado por un experto en diseño industrial, el cual está muy claro en su objetivo de formar diseñadores capaces de entablar conversaciones con los empresarios y ser agentes que agreguen valor a las empresas... Si se hablaba de temas como los que expone Papanek... bueno, no.

Y todo lo que he leído y he sido testigo sobre lo que pasa en nuestro entorno, ha ido cambiando mi percepción de mi profesión y de lo que puedo hacer para NO DAÑAR TANTO, y siento que cada cosa que hago, desde que despierto hasta que me acuesto, significa un costo energético y de materias primas que le he robado al planeta... y qué le retribuyo?
Ya poca motivación tengo por aumentar la cantidad de seres humanos, o de prolongar la existencia de mi especie. O sea, ¡cómo voy a ser tan irresponsable de entregarle un basurero a mis hijos!
(...Grrr, y más encima en Chile restringen el acceso a métodos para controlar la natalidad)

Dejé de comer carne hace casi un año, prefiero cargar las mercaderías en la mano en vez de pedir bolsas plásticas; si son trayectos cortos ando en bicicleta; no tengo ningún vicio que implique la contaminación del aire... Ahora que lo leo, creo que son 'gestos' tan mínimos en comparación a lo que hay que hacer para generar un menor impacto, sobre todo si somos pocos los que lo hacemos.

Y por otro lado, mi 'queridísima' presidenta anda por ahí dando palmaditas en la espalda a los señores chinos. Reconociendo su soberanía sobre el Tíbet! A los chinos poco les debe preocupar que Chile los apoye (la presidenta representa a todo el país, creo); pero qué pasaría si los chinos apoyan la causa boliviana o peruana y reconocen soberanía sobre territorio chileno!

Puede que me haya desviado del tema central, pero todo calza al comprender los vínculos supuestamente comerciales que tenemos con oriente, una vez más apoyando políticas injustas y opresoras con su población, creando la ciudad más contaminada del mundo, devastando el territorio con sus megaconstrucciones, derrochando materias primas y metiéndonos productos a 'bajo costo'. O sea, el bajo costo ahora significa un costo impagable en unas pocas décadas más.

¿Dónde se encuentra el equilibrio en todo este asunto?

En fin, creo que este artículo le será bastante entretenido a los diseñadores o futuros diseñadores: es un análisis a la Edugrafología, también de Papanek, que nombra
una serie de mitos, creados o propiciados por la educación y el establishment del diseño, que, mediante la perpetuación de estos mitos, alejan al diseño de las personas (el texto original lo pueden descargar en ese enlace)