Opté por dejar tal cual el título de este post como el del artículo de la revista 'YA' de El Mercurio (Nº1238), ya que es lo suficientemente elocuente para graficar el estigma con el cargamos muchos de los millones de aprendices, ya sea en el colegio, la universidad, el trabajo, etc, etc.
La letra con sangre entra... mmm, yo leo con eso: sufrimiento, dolor, castigo, obligar, someter, y así suma y sigue. Una serie de conceptos que limitan y reducen la capacidad del real APRENDIZAJE, más aún en una etapa en que el mundo empieza a asomarse de una manera libre y espontánea, en la niñez.
Lo que comenta la autora del artículo (la sicóloga NEVA MILICIC) es que existen estudios científicos que revelan que cuando se produce algún tipo de agresión o castigo en el momento del aprendizaje, se producen altos índices de ansiedad con la consecuente secresión de cortisol , lo cual genera una disminución en la capacidad de aprender. Según los estudios, el cortisol en bajas concentraciones ayuda al rendimiento, pero cuando está en grandes concentraciones puede llegar a destruir neuronas.
Es más: "una mente abierta y un espíritu alegre llevan a fijar los aprendizajes y contribuye a que la información que está en la memoria operativa pasea constituir un aprendizaje, ya que ello depende del hipocampo".
Por otro lado, la autora sostiene que los trastornos asociados a la presión a la que son sometidos los aprendices repercuten incluso en la relación familiar, generando todo un circulo de traumas y rechazo al aprendizaje, más aún cuando existen parámetros de evaluación que no tienen ninguna relación, a mi entender, con la aplicación de esos conocimientos y del éxito de los aprendices en la vida 'real'. Cuántos compañeros de colegio estigmatizados como 'porros', ahora con una situación muy estable y viviendo una vida normal y haciendo lo que les gusta; mientras que otros 'cerebros' que no lo son cuando entran a la universidad y llegan a la vida laboral cual niño en kinder. Que dónde califico yo? jaja, buena pregunta. No niego que en el colegio me iba 'bien'... con respecto a una escala de 1 a 7, aprendiendo contenidos que en mi vida he aplicado, y otros que realmente me han sido muy necesarios y no fueron tratados en profundidad, aunque más que contenidos, echo de menos la práctica, la asociación de esos contenidos con cosas reales, que me permitieran experimentar y concederme la libertad de errar sin tener que ser sometido a una nota, y por ende a una mirada crítica de mis padres.
La moraleja se resume en generar el INTERÉS por parte del niño en aprender, sin temor a equivocarse, solamente así sabrá de lo que es capaz, obviamente que con la guía adecuada y en un entorno que otorgue o facilite los medios para despertar más que castigar o someter.
Ahora que estoy haciendo ayudantías de geometría me he topado muchas veces con dudas respecto a los contenidos y a la forma en que se enseña (tiza y pizarrón, 80 alumnos por sala, condiciones de iluminación y visibilidad que dejan bastante que desear, entre otras características), y también por el tipo de guía que debo ser: un opresivo y amante del rigor, o bien un facilitador de contenidos, llevando la materia por el lado que yo lo he podido practicar en mi vida profesional, orientando en base a conversaciones más que en el silencio de ejercicios individuales. La mala noticia es que cualquiera que sea la forma de enseñar, detrás existe la famosa escala de 1 a 7 que va a definir quienes son los buenos y quiénes los malos, y eso está escrito con el ADN mismo de nuestro sistema educacional.
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