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La letra con sangre entra... mmm, yo leo con eso: sufrimiento, dolor, castigo, obligar, someter, y así suma y sigue. Una serie de conceptos que limitan y reducen la capacidad del real APRENDIZAJE, más aún en una etapa en que el mundo empieza a asomarse de una manera libre y espontánea, en la niñez.
Lo que comenta la autora del artículo (la sicóloga NEVA MILICIC) es que existen estudios científicos que revelan que cuando se produce algún tipo de agresión o castigo en el momento del aprendizaje, se producen altos índices de ansiedad con la consecuente secresión de cortisol , lo cual genera una disminución en la capacidad de aprender. Según los estudios, el cortisol en bajas concentraciones ayuda al rendimiento, pero cuando está en grandes concentraciones puede llegar a destruir neuronas.
Es más: "una mente abierta y un espíritu alegre llevan a fijar los aprendizajes y contribuye a que la información que está en la memoria operativa pasea constituir un aprendizaje, ya que ello depende del hipocampo".
Por otro lado, la autora sostiene que los trastornos asociados a la presión a la que son sometidos los aprendices repercuten incluso en la relación familiar, generando todo un circulo de traumas y rechazo al aprendizaje, más aún cuando existen parámetros de evaluación que no tienen ninguna relación, a mi entender, con la aplicación de esos conocimientos y del éxito de los aprendices en la vida 'real'. Cuántos compañeros de colegio estigmatizados como 'porros', ahora con una situación muy estable y viviendo una vida normal y haciendo lo que les gusta; mientras que otros 'cerebros' que no lo son cuando entran a la universidad y llegan a la vida laboral cual niño en kinder. Que dónde califico yo? jaja, buena pregunta. No niego que en el colegio me iba 'bien'... con respecto a una escala de 1 a 7, aprendiendo contenidos que en mi vida he aplicado, y otros que realmente me han sido muy necesarios y no fueron tratados en profundidad, aunque más que contenidos, echo de menos la práctica, la asociación de esos contenidos con cosas reales, que me permitieran experimentar y concederme la libertad de errar sin tener que ser sometido a una nota, y por ende a una mirada crítica de mis padres.
La moraleja se resume en generar el INTERÉS por parte del niño en aprender, sin temor a equivocarse, solamente así sabrá de lo que es capaz, obviamente que con la guía adecuada y en un entorno que otorgue o facilite los medios para despertar más que castigar o someter.
Ahora que estoy haciendo ayudantías de geometría me he topado muchas veces con dudas respecto a los contenidos y a la forma en que se enseña (tiza y pizarrón, 80 alumnos por sala, condiciones de iluminación y visibilidad que dejan bastante que desear, entre otras características), y también por el tipo de guía que debo ser: un opresivo y amante del rigor, o bien un facilitador de contenidos, llevando la materia por el lado que yo lo he podido practicar en mi vida profesional, orientando en base a conversaciones más que en el silencio de ejercicios individuales. La mala noticia es que cualquiera que sea la forma de enseñar, detrás existe la famosa escala de 1 a 7 que va a definir quienes son los buenos y quiénes los malos, y eso está escrito con el ADN mismo de nuestro sistema educacional.
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