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Y ya van 5 meses...

Qué frustrante sensación la de no poder coordinar movimientos en un simple baile como el tango. Qué digo, es el baile más técnico y endemoniadamente complejo y bello a la vez.
Tan hermoso de admirar, pero tan desagradable mi percepción al ensuciarlo con cada paso mal dado, movimiento torpe, brusco o sin intensión, y lo que es peor, sentir que no le ofrezco a mi pareja de tango un momento agradable o placentero a través de este singular baile.
Me había hecho muchas espectativas sobre mi aprendizaje, ya que el referente de mis comienzos con la salsa me daba altas probabilidades de aprender rápido... sin embargo, esto aún no sucede y me desanima.
Es curioso ser una especie de 'cura Gatica', ya que por un lado mis ayudadas se quejan ante mí de lo difícil que les resulta dibujar un formato de dibujo sin que se manche o que queden las líneas limpias y con una valorización adecuada. Mi respuesta es: "están aprendiendo, no se les pide ni más ni menos que se entreguen a la ejercitación constante y que el hecho de enojarse no es válido ya que están estudiando algo por lo que optaron y nadie los obligó", es decir, asumir y apechugar con deseos de superar las dificultades disfrutando, porque es mediante este ritual (y muchos otros de igual o mayor rigor) por el que van a convertirse en lo que quieren.
Creo estar pasando por esa etapa de ira y odio contra mi propia persona, por pensar que en 5 meses ya debería estar bailando y no sólo marcando pasos, pero como dice Bárbara, el baile es una cosa de pareja y que ambos somos responsables del éxito de este emprendimiento.
En parte es cierto, pero la responsabilidad del que guía el tango es del hombre y la carga asociada a eso se hace cada vez más pesada con el paso de las clases.
Contamos con buenos profesores y un ambiente muy grato para disfrutar de este aprendizaje, y lo que es mejor, mi pareja de baile es sumamente comprensiva y me dice que se divierte aún cuando no nos estemos desplazando con 'glamour' en la pista.
Tengo altibajos y tiendo a desmotivarme fácilmente, pero ya me embarqué en un nuevo mes de clases con la esperanza de pulir aquellas rugosidades, proyectándome a un posible viaje a la cuna del tango y viéndome en la pista bailando con una mujer con 'don tajo' en la falda, entrelazando brazos y piernas con los compases porteños, asumiendo la actitud que solamente un tanguero posee, y por sobre todo, pensando en la ligereza de espíritu cuando el desafío ha sido conseguido.
Tal vez soy muy estricto y me autoevalúo constantemente, reprobándome a cada rato en vez de ver aquellos aspectos positivos que me liberen del estrés de las derrotas, y sabiendo que algo tan bello como el baile corresponde al aprendizaje ligado a aspectos más espaciales, en los cuales el cuerpo aprende sin una intervención de la conciencia a mi entender.
Ahora me doy cuenta que mientras bailo hago conciente todo lo que hago y le dejo poco espacio a mi cuerpo para que me guíe, un cuerpo que reacciona ante el ritmo y sobre todo a los efectos de una contraparte femenina que lo complementa paso a paso.
Otra opción puede ser tomarme una caipirinha antes de las clases, en una de esas mi conciencia se queda en la mesa mientras mi cuerpo hace de las suyas en la pista, jeje :)

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